domingo, 20 de abril de 2008

El periodista, la noticia y el otro

Luego del conflicto entre el Gobierno y los propietarios rurales, se desató un debate sobre el rol de los medios de comunicación, el modo en que estos construyen realidad social y la tarea del periodista.
Ver y escuchar cómo los cronistas y periodistas apelaban a la vieja oposición sarmientina entre civilización y barbarie para describir la “lucha” simbólica (en tanto que la Plaza de Mayo se convirtió en un verdadero centro político del país a partir de la relación líder-masa instaurada por Perón) entre “piqueteros y la clase media” fue, al menos, preocupante. Sin embargo, es necesario aclarar que no hubo nada nuevo en esto, sino que lo que pasó esta vez fue que quedaron en extrema evidencia los mecanismos de construcción de sentido que los que tienen “el poder” utilizan día a día.
Las expresiones con ejes clasistas y racistas, así como las oposiciones sobre los ejes “gente normal”/“negro de mierda”; violentos/civilizados o legales; letrados/iletrados (que “no saben ni hablar”) no sólo forman parte de la comunicación oral y cotidiana sino que además pertenecen al universo mediático, que las construye y las masifica. Los ejemplos abundan, y se encuentran tanto en los medios gráficos como en los noticieros o reality shows (basta con recordar cuando una panelista del programa de Andrea del Boca le dijo a una participante que la causa de sus múltiples embarazos era que la gente de su clase social no tenía nada que hacer de sus vidas). Tal afirmación, sumamente etnocentrista y dominocéntrica, vaciaba de contenido “legítimo” a la vida de “el otro”, a quien no pueden ni estudiar ni trabajar como lo hizo ella, claro.
Los medios de comunicación no son espejo de la vida social, sino que construyen tantas realidades como discursos. A través de sus lógicas contribuyen a la formación o afirmación de ciertos imaginarios; legitiman prácticas, personas e identidades y su agenda mediática (los temas que tratan cotidianamente) incide en la agenda social.
Por todo esto, es necesario que tanto los periodistas en el piso, como los cronistas y los productores tengan conciencia exasperada al momento de narrar. Esto significa preguntarse desde qué lugar o posición cuentan lo que está pasando. Significa que al trasmitir lo que sucede se deben dejar de lado los prejuicios, el sentido común, las polarizaciones y los reduccionismos, dotando de significado a las prácticas culturales o acciones de los sectores subalternos (caracterizados a menudo como irracionales, violentos e ilegales).
La discusión del rol de los mass media se escenificó a través de múltiples críticas en diarios, revistas y sectores universitarios. En consecuencia sería justo (y necesario) que los comunicadores sociales hagan una conciente autoreflexión respecto del poder simbólico que implica dar información, más allá de los lineamientos ideológicos de cada medio.
Texto, N.B

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